¿Cuánto uno espera para poder ver por el rabillo del ojo a la felicidad? ¿Cuánto uno la busca en lo lugares mas lejanos que se pueden imaginar? ¿Y cuántas veces lo logra?
Son pocas esas veces. A pesar de considerarme un tipo con suerte, no muy seguido me choco con ese poder frente a mí. Y aunque vivo atento y despierto a esos regalos, éste tipo de momentos me son dados en cuentagotas. Gotas de felicidad que saboreamos y nos llenan los poros de sensibilidad y nos ayudan a seguir creyendo.
A mi particularmente el teatro me ha dado muchas veces estos momentos y “los errores” día tras día me confirma que no me equivoque al haber elegido éste camino. Porque hay noches en las cuales uno es conciente de estar siendo parte del mismo flujo universal, parte de una lucha por el sentir y el abrir los ojos de los que queremos.
Y ahí todo se hace tan grande y tan hermoso.
A mi particularmente el teatro me ha dado muchas veces estos momentos y “los errores” día tras día me confirma que no me equivoque al haber elegido éste camino. Porque hay noches en las cuales uno es conciente de estar siendo parte del mismo flujo universal, parte de una lucha por el sentir y el abrir los ojos de los que queremos.
Y ahí todo se hace tan grande y tan hermoso.
Hago teatro porque creo que no podría haber hecho otra cosa más que entregarme a mi propio destino.
DIEGO SANTOS